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La sociedad limeña se caracteriza por ser una de las sociedades más conservadoras de toda la región. A diferencia de ciudades capitales como Bogotá, Buenos Aires, Brasilia, Quito, La Paz, Montevideo, Caracas y finalmente Santiago, Lima es la capital que encabeza la lista de ciudades cuyo conservadurismo y tradición perdura en la sociedad, cuyo sistema social no admite el aceptar como iguales a la comunidad gay. Según  Carlos F. Cáceres autor de La reconfiguración del universo sexual dice que tantos tabúes y prejuicios rodean a la conducta sexual que mucha de la actividad sexual ocurre en la clandestinidad.

 

Pero remontémonos en el río de nuestra gran historia. Es evidente que si uno va al museo Larco Herrera, es posible que se quede asombrado de ver la muestra de huacos eróticos, algunos de ellos mostrando dos personas del mismo sexo en poses explícitas, de la cultura Mochica.


Podemos mencionar que los Mochicas disfrutaban de su sexualidad plenamente, una práctica considerada como actividad cotidiana, donde un 40% de estos huacos representan relaciones entre hombres, como relaciones anales en un 21%.

Estos huacos en los años 60 eran considerados tabú donde sólo los arqueólogos y estudiosos tenían acceso a ellos debido a que se consideraban pornografía. Sin embargo, al correr de los años, podemos apreciarlos en una muestra singular y sin censura.

 

Con el correr de los años, y con la llegada de los colonos y la doctrina católica, muchas de las tradiciones y costumbres se mantuvieron a través de los siglos, reafirmando el sacramento del matrimonio como “la unión entre un hombre y una mujer”.

 

Si hablamos sobre la sexualidad en nuestra sociedad, ésta es muy “encubierta”, encaletada. La sexualidad de un individuo no es visible socialmente, por no ir en contra de los “contratos” establecidos (matrimonio o convivencia) y de no caer en el estereotipo social con el cual es común que se tilda a una persona cuya actividad sexual es constante.

 

Jorge Apolaya, Periodista y activista en Promxex dice que la sociedad tiene dos lecturas, que por una parte en la teoría ha evolucionado más no en la práctica. Un ejemplo es que antiguamente se pensaba que la mujer iba a la universidad por el hecho de ir a buscar marido. Hoy ese pensamiento ya está fuera de contexto, sin embargo y sin importar el tiempo, una mujer sigue siendo más vulnerable al ser víctima de una violación, lo cual hasta la fecha persiste

 

Ronnie Alvarez, activista del MHOL dice que la sociedad limeña no ha evolucionado mucho de manera formal o de reconocimiento. Es una sociedad bastante intensa en el tema de la sexualidad  pero esta intensidad se vive de manera muy marginada, de manera muy escondida, que no se visualiza mucho. Es una sociedad de doble moral muy enjuiciadora que busca encasillar al ciudadano, por tanto es una sociedad rígida determinado por roles que hay que seguir. Las prácticas sexuales se han diversificado bastante, pero en espacios mucho más marginales, por ejemplo por la presencia de cuartos oscuros o fiestas privadas o en espacios donde uno puede tener la libertad de ejercer la sexualidad pero en esos espacios confinados. La sociedad no ha evolucionado mucho en ese aspecto, de reconocimiento por fuera, en el espacio público, visible. Y por tanto de reconocimiento de derechos. Como es una sexualidad que todavía es muy marginal, el estado no la hace visible, no la reconoce, no la acepta y por tanto no da derechos ni existen políticas”.

 

Carlos Pandolfi, médico y activista del Centro Comunitario EPICENTRO, dice que la sociedad limeña es una sociedad conservadora, con algunos preceptos religiosos muy marcados, un poco estereotipados y cuadriculados que a su parecer no aceptan las otras formas de diversidad que hay. En cuanto al tema de la sexualidad la comunidad limeña está poco informada, muy poco abierta a las diferencias, a los cambios y tampoco no tiene mucho acceso a lo que es la información científica y médica.


Para que nuestra sociedad adopte una conducta más abierta, es necesario que parta de un contexto político, donde el estado reconozca los derechos y haya una inclusión de todos aquellos grupos sociales. Esta partida permitirá, en una realidad idónea, la posibilidad de gozar plenamente de la sexualidad de cada individuo sin tabúes ni restricciones, de expresarse libremente y reafirmar su identidad sexual. Sin embargo, la sexualidad de nuestra actual sociedad no permite tal goce, el cual se restringe a espacios confinados donde comúnmente se practique, para no caer en el cliché social de ser tildado y criticado. Mientras que otras capitales progresivamente van adoptando y reconociendo estas comunidades, la nuestra o está estancada.


Ser reconocido heterosexual tiene un valor positivo. En el ámbito gay: lo masculino es lo más altamente deseado. Un hombre con un comportamiento masculino es altamente deseado, más valorado, mientras que un gay femenino es considerado como la loca, la escandalosa y por tanto no es lo que nadie quiere ser. Creo de que esta sociedad ha generado muchos estos prejuicios, muchos imaginarios de lo que debe ser un heterosexual, lo que debe ser un gay y por eso es que esta sociedad vive en una constante mentira, una constante negación y vive en una permanente ilusión. El entorno sociocultural define a la homosexualidad como una conducta atípica donde se ensalsa la orientación heterosexual, concibiendo a la homosexualidad como desviado de la norma social.

 

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